Me puedo acostumbrar a usar cinturón de seguridad en el auto,
me puedo acostumbrar a no caminar sobre las bicisendas,
me puedo acostumbrar al sonido del “Tschüss” (=chau) – nadie dice un Tschüss plano-,
me puedo acostumbrar a usar Hausschuhe (=zapatos para adentro de la casa, exclusivamente),
me puedo acostumbrar a vivir con futboleros televisivos,
me puedo acostumbrar a que a los transportes suban también bicis y perros,
me puedo acostumbrar a que los berlineses no conozcan los nombres de las calles (inaudito para un porteño),
me puedo acostumbrar a que los colectivos paren en-todas-las-paradas y en el lugar destinado,
pero...
no me puedo acostumbrar a las hornallas eléctricas!
Extraño el fuego!
Sepan disculpar este dramatismo latino, tan mío, algunas veces.
3 comentarios:
Un gataflorismo típicamente argento...
Aquí muchos quisieran tener hornallas eléctricas, modernosas, seguras, llamativas, etc...
Allá vos, triste, preferís el fuego...lo extrañás...de acá te hago una fogata pa que no te olvides y se pase ese drasmatismo si?...
gracias Toro, como siempre.
Guarda, nomás, con la fogata, que las leyes de protección ambiental de MarieJulie las prohiben! ;-)
Conociendote un poquitito, la verdad es que no me extraña que extrañes el fuego!!!!!
Tenés calidez, energía y chispa!!!!
Aunque para encender hornallas sin fuego... esa es otra historia!...
Un beso grandote desde acá de la tierra colorada!
SUERTE!!!!
carmen
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