Como estoy asistiendo a dos cursos de alemán, tengo dos grupos: a uno voy casi toda la semana y al otro sólo los miercoles.
La composición del grupo de los miércoles me invitó a una reflexión interesante porque se trata de un grupo de gente que lleva años viviendo aquí en Berlin (o en Alemania). Hay gente de Turquía, Filipinas, Estados Unidos, Polonia, Brasil, Argentina, Cuba, Italia, Argelia, Bosnia, Moldavia.
En los cursos de idioma, por lo menos, la primera clase es de presentación. Resulta que muchos de la gente del grupo tiene hijos y muchos de los matrimonios son mixtos (la madre es argelina y el padre inglés; el padre es polaco y la madre francesa) y sus hijos aprenden el idioma de sus dos padres, inglés en la escuela y alemán porque viven aquí. Y pensaba si esta movilidad del mundo (acelerada, enorme) no terminará siendo positiva para todos. Chicos que aprenden distintas costumbres, que van creciendo en una atmósfera pluricultural (multikulti).
Cuando estuve en Barcelona y almorzamos con un amigo de Fede que tiene dos hijos, éste contaba que en la clase de sus hijos había apenas 5 españoles sobre 30 alumnos. Ningún barcelonés. Pero sí indonesios, chinos, argentinos, uruguayos, africanos, etc. No es positivisimo para un niño, entender que podemos compartir cosas con gente distinta de nosotros? NO es interesante que sepan que somos diferentes pero iguales? En el grupo del resto de la semana estamos: Songül (Turquía), Gabriela (Transylvania-Rumania), Mayelin (Cuba), Yadira y Anna (Zaragoza y Barcelona-España), Andrea (Chile), Harold (Venezuela), Alexander y Dmitri (Siberia y San Petesburgo-Rusia), Rita (Brasilia-Brasil), Tamara (Estonia), Ariya (Tailandia), Hwa Rim (Corea del Sur), Maria, Anna y Wiktor (Polonia), Oscar (Italia), Khadiyeh y Leila (Irán).
Es decir, una mezcla hermosa: blancos leche, negros, con pañuelo en la cabeza, con trenzas, con ojos achinados, con nariz afilada... todos hablando un idioma que no es el nuestro, todos entendiendo que las fronteras son un invento.
2 comentarios:
Totalmente.
Para mí, nada más enriquecedor que las mezclas culturales.
Es eso: una riqueza.
Gracias, Mer, por pasar.
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