sábado, octubre 28, 2006

she

Hoy me enojé con Nina. Por primera vez me enojé. Me masticó las tiras de una sandalia y de una ojota. Y me enojé aún sabiendo que era posible que pasara. Y yo pucherié (para conmigo) y ella se quedó en el molde. Imposible que entienda. Es un cachorro. Pero al segundo pienso que no es nada. Que hace avances grossos. Y aunque todavía de vez en cuando hace caca o pis en el piso de madera y no en el lugar indicado de a poco está cachando la onda. Y además me mata lo lindo que juega, aunque a veces sea medio salvaje. Podemos jugar una suerte de mancha mostrando los colmillos y hasta a las escondidas. También se dio cuenta que si no me devuelve la pelota no podemos seguir. Y lo más de lo más: mi estrategia para que suelte (el trapo, el ovillo, etc.) - soplarle en la cara- la desmanteló en dos días. Ahora resiste, estoica. De a poco, también, va mostrando sus preferencias musicales: para la siesta le gusta escuchar a Birabent o a Jaime sin tierra (Augusto dixit). Tengo los antebrazos marcados por sus dientitos y uñitas (colmillos y garras). Y no hay cosa comparable a la alegría de reencontrarnos. Estos días vino mucha gente de visita. Nina es de lo más sociable. Y aunque jugamos en la terraza no veo la hora de irnos a pasear, puesta la última vacuna. Todavía pienso y no lo creo: cómo no la paré (como venía haciendo) cuando la vi con las ojotas en la boca? ¡Ya sé! porque caminaba como un caballito, tic, tic, tic, toda erguida, porque el zapato es tan grande como ella.

2 comentarios:

c. dijo...

Dos cosas olvidé: me desarma su olor a cachorro; me mata que con 7 horas de sueño -por la noche- le alcanza (total, duerme siestas largas...), y lo mismo fines de semana!. No estoy durmiendo lo que quisiera.

c. dijo...

Ya entendí todo!
por qué queremos vivir con perros?

es que te levantan la autoestima a picos altísimos!

nunca nadie se había puesto tan contento/a (y demostrádolo) tan seguido al verme.