Yo te diría, por ejemplo, que Leopold Stokowski se encargó de orquestar una Chacona original para clave de Bach, y que lo hizo magníficamente.
Que es bueno articular bien las ideas, aunque a menudo no lo hagamos (hablo de mí, of course).
En cuanto a las otras dos... seguramente han de ser guarangadas, como trifulcar, peniferniar o trafundir. Yo preferiría decirte cosas más lindas que esas, aunque me duelan.
Leo lo que escribí ayer y no salgo de mi asombro. ¿Cómo podría doler decirle cosas lindas a alguien, máxime tratándose de alguien a quien se quiere tanto?
Confieso que no tengo respuesta. O mejor dicho: que tal vez no me animo a buscarla, vaya uno a saber las derivaciones del asunto, que no desearía(mos) ver escritas aquí.
Pero el punto me hizo recordar a una anestesióloga, a quien yo daba clases de redacción hace algunos años. Esta mujer señalaba la ironía de que en los casos de anestesia general la gente suela manifestarse más temerosa de sentir dolor, o de darse cuenta de lo que le esté sucediendo durante la intervención, en lugar de preocuparse de lo que realmente debería asustarlos, que es la posibilidad de luego no despertar.
Y lo reconozco: yo soy de los que le tienen miedo al dolor. Aunque creo que queda claro que nadie, excepto mi anestesióloga, ha hablado aquí de dolor físico.
Entonces es curioso: las palabras, decíamos (pues de palabras se trata esta anotación), pueden causar dolor o mitigarlo. Todo depende de quién las diga o escriba, quién las escuche o las lea, y del contexto en el cual estén insertas.
Y es que las palabras en sí mismas no son nada, y en realidad ni siquiera importa si las reglas de la sintaxis, el diccionario o la ortografía, que lo que verdaderamente importa es quién las dice, y para qué.
Ya ves a dónde nos han llevado las palabras. Y eso que Caro se limitó a escribir sólo cuatro, dos que RAE sí y dos que no...
Advertencia para Caro: Tené cuidado con las cosas que escribís. Si en vez de cuatro palabras en esta anotación escribías ocho, ni te cuento la que se podría haber armado.
5 comentarios:
Yo te diría, por ejemplo, que Leopold Stokowski se encargó de orquestar una Chacona original para clave de Bach, y que lo hizo magníficamente.
Que es bueno articular bien las ideas, aunque a menudo no lo hagamos (hablo de mí, of course).
En cuanto a las otras dos... seguramente han de ser guarangadas, como trifulcar, peniferniar o trafundir. Yo preferiría decirte cosas más lindas que esas, aunque me duelan.
Leo lo que escribí ayer y no salgo de mi asombro. ¿Cómo podría doler decirle cosas lindas a alguien, máxime tratándose de alguien a quien se quiere tanto?
Confieso que no tengo respuesta. O mejor dicho: que tal vez no me animo a buscarla, vaya uno a saber las derivaciones del asunto, que no desearía(mos) ver escritas aquí.
Pero el punto me hizo recordar a una anestesióloga, a quien yo daba clases de redacción hace algunos años. Esta mujer señalaba la ironía de que en los casos de anestesia general la gente suela manifestarse más temerosa de sentir dolor, o de darse cuenta de lo que le esté sucediendo durante la intervención, en lugar de preocuparse de lo que realmente debería asustarlos, que es la posibilidad de luego no despertar.
Y lo reconozco: yo soy de los que le tienen miedo al dolor. Aunque creo que queda claro que nadie, excepto mi anestesióloga, ha hablado aquí de dolor físico.
Entonces es curioso: las palabras, decíamos (pues de palabras se trata esta anotación), pueden causar dolor o mitigarlo. Todo depende de quién las diga o escriba, quién las escuche o las lea, y del contexto en el cual estén insertas.
Y es que las palabras en sí mismas no son nada, y en realidad ni siquiera importa si las reglas de la sintaxis, el diccionario o la ortografía, que lo que verdaderamente importa es quién las dice, y para qué.
El resto... el resto es silencio.
...y el silencio, cuando ya no se soporta, se intenta llenar (vanamente) con palabras.
Ahí es donde te tendría que cerrar la ecuación, ysq.
Salu2.
"Podría" cerrar la ecuación allí, BM. Pero no necesariamente cierra.
Además no deseo discutir, precisamente contigo, estas cosas aquí, en el blog de nuestra tan querida amiga.
Si querés seguir con el tema, te espero luego a la salida.
Ya ves a dónde nos han llevado las palabras. Y eso que Caro se limitó a escribir sólo cuatro, dos que RAE sí y dos que no...
Advertencia para Caro: Tené cuidado con las cosas que escribís. Si en vez de cuatro palabras en esta anotación escribías ocho, ni te cuento la que se podría haber armado.
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