saqué mis botas del fondo. cuando me di cuenta estaba sacudiéndolas con ese gesto aprendido en el monte. en la ciudad no encontré esas arañas.
3 comentarios:
Anónimo
dijo...
...es lo que sucede siempre con los gestos, cara mia, los aprendemos y luego los repetimos de manera automática, como si fuesen eternamente adecuados, y así es como de vez en cuando nos descubrimos in fraganti, realizando un gesto ya caduco, que alguna vez sirvió pero ya no más, y entonces nos decimos que somos unos tontos, no poder quitarnos de encima esas telarañas, porque de arañas era de lo que vos hablabas, aunque yo estuviese hablando de lo mismo, pero también de otras cosas, como siempre, supongo, porque es un viejo gesto mío ese de mezclar las cosas, de no saber nunca de qué estoy hablando o escribiendo en realidad, y por suerte vos tal vez sí sepas, pero sólo tal vez.
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...es lo que sucede siempre con los gestos, cara mia, los aprendemos y luego los repetimos de manera automática, como si fuesen eternamente adecuados, y así es como de vez en cuando nos descubrimos in fraganti, realizando un gesto ya caduco, que alguna vez sirvió pero ya no más, y entonces nos decimos que somos unos tontos, no poder quitarnos de encima esas telarañas, porque de arañas era de lo que vos hablabas, aunque yo estuviese hablando de lo mismo, pero también de otras cosas, como siempre, supongo, porque es un viejo gesto mío ese de mezclar las cosas, de no saber nunca de qué estoy hablando o escribiendo en realidad, y por suerte vos tal vez sí sepas, pero sólo tal vez.
hola.
:-)
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