Los ojos de un animal cuando contemplan a un hombre tienen una expresión atenta y cautelosa. El mismo animal puede mirar a otra especie del mismo modo. No reserva para el hombre una mirada especial. Pero, salvo el hombre, ninguna otra especie reconocerá la mirada del animal como algo familiar.(...). El hombre toma conciencia de sí mismo al devolverla.
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El animal tiene secretos que, a diferencia de los secretos que guardan las cuevas, las montañas y los mares, están específicamente dirigidos al hombre.
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Mientras que en los animales el miedo es una respuesta a una señal, en el hombre es algo endémico.
¿Por qué miramos a los animales?
J. Berger, 1977.