jueves, marzo 27, 2008

Quizás el primer error no haya sido un error sino coherencia, triste coherencia. Cuando el Gobierno decidió imponer sus nuevas retenciones, tenía otras formas de hacerlo: por ejemplo, exceptuando a los pequeños chacareros. Dos tercios de los productores agrarios del país tienen menos de 200 hectáreas; entre todos juntan sólo el 3% del total de las tierras. O sea que dejarlos afuera habría costado, grosso modo, el 3% de la recaudación total del nuevo impuesto: alrededor de 50 millones de dólares, un vuelto. Con ese formato, la oposición a las retenciones no habría tenido masa crítica: habría podido transcurrir, si acaso, en despachos y restoranes finos, pero no en las rutas. No se habría producido el desabastecimiento que afecta a cada vez más gente, no habrían salido por televisión esas imágenes de chacareros modestos preocupados por su fuente de trabajo, y el impuesto habría tenido otra legitimidad: habría sido un pequeño intento redistributivo. No lo hicieron; puede que haya sido un error, pero es más probable que haya sido coherencia: como se ha dicho en este diario, el proceso de concentración económica no para y las grandes empresas siguen beneficiándose más y mejor que nadie. Pero, si fue coherencia, no supieron calcular sus consecuencias. Fue el primer gran error.

M. Caparrós. Acá.

Por eso resulta un caso interesante para estudiosos de la sociología o de la psicología de masas el apoyo de una parte de la población a un lockout patronal que produce desa-bastecimiento. O sea, una disminución drástica de la oferta que provoca una fuerte alza de precios. Las cacerolas de la clase media y alta, con el acompañamiento de gran parte del mundo mediático, están reclamando, lo sepan o no, aumentos de precios de los alimentos. Argentina ya puede sumar así una cucarda más en su pecho para ratificar la categoría de campeón en el concurso mundial de país insólito. Es probable que ese incremento de precios no vaya a afectar en gran medida esos presupuestos familiares debido a que sus ingresos se ubican del medio para arriba de la pirámide. Pero tendrán un efecto contundente para asalariados y postergados.

Zaiat, aquí.


Además,
Claudio Lozano: "Las retenciones no son el problema"

Este modelo sojero, además de romper la soberanía alimentaria de la Argentina, destruye puestos de trabajo y debilita a los pequeños y medianos productores ya que mientras la soja genera un puesto de trabajo cada 500 hectáreas, la economía familiar crea 35 puestos de trabajo cada 100 hectáreas. Situación que se empalma con el hecho de que la soja demanda más de 500 hectáreas para que una unidad productiva sea viable y autosuficiente. Es en este contexto de debilitamiento de los trabajadores del campo (el 70% está en negro) y de debilitamiento de la pequeña producción rural que debe inscribirse el conflicto actual. Se expresa en él la bronca acumulada de los pequeños y medianos productores (los que efectivamente sostienen los cortes) frente a un gobierno que jamás reconoció su situación y que hace gala de un discurso perverso (incluso dice querer “desojizar” el campo), cuando en función de la construcción de su caja fiscal fue hasta hoy socio pasivo del “boom sojero” por la vía de las retenciones.

3 comentarios:

Flor dijo...

en todo esto que vos posteás aquí venía yo leyendo y pensando, querida C.

Germán A. Serain dijo...

Cara Caro: Este es el primer aporte interesante e inteligente a la cuestión que veo dando vueltas por allí...

c. dijo...

flor, sí. yo no tengo nada propio para decir y todos ellos lo dijeron mejor.

germán germán: ojo, hay algunas buenas cosas dando vuelta por ahi. es que el tema es MUY jugoso...