lunes, agosto 04, 2008


El mago (fragmento)

[...]
Entre esos pequeños personajes de materia inerte también había un drama, que de pronto empezaron a representar.
-Soy cremosa y eficaz, ablando la barba, de acuerdo -dijo el aerosol de espuma-, pero ya estoy por la mitad, y cuando me agote me van a tirar a la basura.
-¿Y con eso qué? -dijo el champú-. Todos estamos por la mitad, en el mejor de los casos.
-Con nosotros los aerosoles hay que tomar precauciones especiales: si vamos a una caldera, podemos explotar como una bomba -dijo el desodorante.
-También podemos explotar por presión, en un compresor de basura -añadió la espuma.
-No es cuestión de generalizar -le respondió el jabón al champú-: entre nosotros hay seres permanentes que no se gastan.
-¿A quién se refiere, señor? -preguntó el cepillo de dientes-. Yo pierdo cerdas a cada prestación, y voy camino del reemplazo.
De la maquinita de afeitar salieron dos voces: el repuesto con dos filos flotantes y banda lubricante dijo:
-Yo soy desechable: dos o tres usos, y a la basura. El que queda es el mango.
La segunda voz era la del aludido mango, que soltó una risita sardónica:
-"Quedo" sólo por el momento. Hoy día los fabricantes están sacando todo el tiempo modelos nuevos, y discontinúan la producción de repuestos, con lo que me vuelvo inútil, y me tiran a mí también.
-Algunos sentimentales lo guardan de recuerdo; o cuando ven que sale un modelo nuevo, compran una docena de cajas de repuestos y lo siguen usando años.
-No me haga reír.
No lo decía con voz risueña. Las vocecitas de todos ellos eran muy agudas, frágiles, tristísimas. Les habían crecido patitas con las que caminaban como viejecitos, brazos con los que hacían gestos de malos actores, y ojos y bocas. Habló el jabón:
-A ustedes por lo menos les quedan los envases. Yo simplemente desaparezco. ¡Si supieran lo que es! Vivo en una continua lepra húmeda que me deforma y deshace. Yo tenía una hermosa rosa tallada arriba, y una palabra latina, Lux. Ahora soy una miserable lengua de gato afilada en los bordes, y pronto voy a ser nada.
-No sé si no es mejor eso que sentir que uno se está vaciando por dentro. El frasco sigue intacto, pero cada vez más liviano... ¡Es horrendo!
-Aquí el único que puede aspirar a una vida decente es usted -le dijo el desodorante al peine.
-¿Yo? -dijo el peine con voz de armónica-. Soy de un plástico barato, se me caen los dientes, y tengo una lamentable tendencia a perderme. ¿A quién le importa? Un peine puede comprarse en cualquier parte.
-¡Pero sigue existiendo! No me negará que han sobrevivido peines del antiguo Egipto.
-Serían peines de carey o de materiales preciosos. Yo soy flor de un día.
-Yo soy la espuma de los días.
-Yo soy un soplo -dijo el desodorante.
-¿Hasta cuándo durará esto?
-Más que nosotros. El régimen nos va a sobrevivir.
Más que vacíos, de pronto parecían desinflados, blandos. Se habían ubicado en semicírculo y se sentaban en bancos, sillas rengas y sillones raídos, todos en su tamaño; una pobre bujía brillaba sobre ellos, que tenían cuadernos y papeles en la mano.
-Voy a leer -dijo la maquinita de afeitar- el final de la serie de poemas que empecé la velada de la semana pasada.
-¡Buenísimos!
-Debería tratar de publicarlos en el extranjero - dijo el champú.
-Sí, "debería" -respondió la maquinita con fastidio-, pero ¿cómo? ¿Cómo hacerlos llegar? ¿Cómo interesar a un editor? Aquí estamos tan aislados...
Así siguieron un rato. Era una reunión de escritores disidentes de un Estado totalitario, pero con la llama de la creación todavía encendida. No querían rendirse, a pesar de todo. Se sucedieron los poemas, los cuentos, los capítulos de novela, que a pesar del fervor con que eran leídos y escuchados no podían disimular su precariedad y provincianismo. Eran grises, anticuados, muy de Juegos Florales y autoedición, como si el detestado Régimen los hubiera contaminado con su burocracia melancólica y su ideología pasada de moda. En los intervalos, volvían a sus quejas perennes:
-La esperanza es un bien no renovable.
-Perecedero.
-¿De qué sirve la esperanza si se realiza en plazos demasiado largos para nosotros? Si un niño pide un helado, y se lo prometen para dentro de cinco mil años...
El peine leía dos capítulos de su "novela lírica". Al terminar, para ahorrarse los cumplidos de compromiso, retomaba los comentarios políticos:
-Nos hacen vivir en la más cruel de las miserias, y lo llaman "austeridad revolucionaria". Se llenan la boca hablando pestes del capitalismo...
-¡Y lo peor es que son sinceros! -exclamó el desodorante con un resoplido que inundó la tertulia de olor Nature y los hizo toser a todos-. En su ambición de poder por el poder mismo son tan limitados de entendimiento y de imaginación que les gusta esta pobreza, se sienten a sus anchas en el páramo.
-Su triunfo es su derrota -dijo el champú, filosófico.
-Nuestra derrota -corrigió el jabón subrayando venenosamente el posesivo.
-Nuestra derrota es morir inéditos, y sin haber gozado de la vida.
Con estas palabras de la espuma la escena onduló como vista a través del calor de un fuego, y los artículos de tocador emprendieron el vuelo de regreso al baño. Esa pequeña Unión Soviética mágica dejó a su creador con una gran melancolía. Tanto, que no pudo creer que hubiera sido realmente obra suya. No podía ser de otro modo, pero no se reconoció en ella. Lo atribuyó al efecto del opio.
[...]

Aira.

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