Mucho más que la división de una ciudad; más que una ciudad repartida entre soviéticos, británicos, franceses y yanquis. Un muro de 155 kilómetros de largo, que abrió una brecha entre "ossis" y "wessis" que dura hasta hoy, entre los que vivieron esos años en Berlin. Del 13 de agosto de 1961 al 9 de noviembre de 1989, dos regimenes dividieron esta ciudad y el mundo. Y hay una división que persiste en las conciencias.
1 comentario:
Cuánto se ha dicho sobre la caída del muro: momento culminante de la posmodernidad -algunos dicen. Sin embargo, como vos decís, hay muros que todavía quedan y tendremos que derribar. Muros en las conciencias, en los corazones también. Palabras que erigen muros; prejuicios y estreotipos que vuelven a levantar muros.
Cuando te imagino, casi a diario, allá, en Berlín, te veo en un mundo sin el muro. Sin embargo, también fantaseo con esas divisiones que deben emerger por todos lados, o por algunos. O, más que eso, con esas huellas que quedaron, cómo serán, cómo habrán quedado esos escombros, todavía dividiendo como un muro las historias de cada uno. Y entonces me viene eso, a la vez evidente e incomprensible: biografías ciegas sin historias, historias vacías sin biografías. Algo de eso aprendí cuando leí a Kant; pero me estremece cuando lo siento de nuevo, aún en estas fotos ya posmodernas.
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