Cada vez que conozco a alguien que me interesa/intriga/gusta me pregunto sobre su vida privada/íntima/interior. Y en cómo será su discoteca, su casa, su biblioteca, si tiene plantas o no, mascotas, familia. Curiosamente me pasa seguido con los docentes. Hoy, por ejemplo, D. Mundo dijo, como al pasar, que tiene una hija. Y Savransky que tuvo hasta tres. Y ahora, que estoy muy Merleau-Ponty, pensaba en esto del decir, en cómo se expresa la necesidad de hablar de nosotros, de nosotros y el mundo, de lo que vivimos. Acaso porque sea lo único de lo que podamos hablar.