martes, noviembre 21, 2006
Los días tienen vida propia. Hay días que amanecen calurosos y bien aspectados. Sacás al perro a la mañana y todo marcha bien. Después y todavía temprano te ponés a trabajar 4 horitas y liquidás medio parcial. La preparación de esto te llevó medio domingo y casi todo el lunes, claro. Ahí nomás bañar a la perri. Esto es un sólo un momento. Después el almuerzo con un amigo y la tercera consigna: hablamos de Sloterdijk. Qué corno quiere decir este tipo y así. Mi amigo sabe siempre muchas cosas y si no fuera por la desesperación del inminente parcial es un gusto escucharlo. Después cursar. Un mail que no llega y yo estoy dos horas ahí -institución secuestro, sí, pero esta vez voluntario-. Pero también es un despeje hablar con Marina. Además me dio changüí para su parcial. Después a casa, con calor sobre Ángel Gallardo. Y en casa, después del festejo de Nina, no para de hacer cagadas. Y ahí se tuerce el día. Salgo a mandar un fax y averiguar unos precios para la despedida de soltera (!) de la que estoy *a cargo*. Y llevo a Nina. Y la pobre mina - o una imbécil?- del locutorio no manda el fax. Tal era mi sospecha al salir de ahí puesto que se le notaba en la cara que no sabía de qué lado poner la hoja. Lo confirmo al llamar desde casa. Entonces debo volver a bajar. Pero llegó solo hasta la esquina. Mi kioskero amigo - que puso cabinas hace poco - había resultado que también tiene fax. Allí espero, pero charlo con él, que es un buen tipo. Y aunque hay que esperar no me molesta. Entonces él tuerce el día de nuevo. Ahora, que falté otra vez a alemán, me quedo en casa a seguir escribiendo. Sigue haciendo calor, pero Nina juega apaciblemente. O más o menos.
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