jueves, marzo 13, 2008

-Lo mencionaba para preguntarles por algunas características de su generación. Antes las mujeres tuvieron una voz literaria muy fuerte, tan fuerte como la de los hombres, pero fueron oscurecidas. Ustedes han incluido a mujeres en una antología sobre sexo, por ejemplo: En celo. Ahí entra la política: la política de género. Me interesaría conocer sus miradas políticas: qué piensan del mundo, de la acción del individuo en la sociedad; de qué manera aparece la política en sus obras. En la de Cucurto, por ejemplo, está en la reposición de mercadería en las góndolas, en las bailantas de Constitución.

W. C.: -Es una política que pasa por la vivencia personal. Pero no puede ser muy determinada, muy fija, muy estática, porque se va moviendo incluso en los propios libros. No sé si se puede hablar de política.

J. T.: -En El curandero del amor , de Cucurto, la política aparece mucho.

W. C.: -Sí, pero es la política como sale de los medios.

J. T.: -No, no, no: aparecen las marchas, aparece una crítica a las Abuelas de Plaza de Mayo.

W. C.: -Sí, pero como algo muy lavado, lo que se escucha todo el tiempo.

-Hacer los libros con cartones, como en Eloísa Cartonera, la editorial de la que sos parte, es un acto político.

W. C.: -Eso sí. Pero no tiene mucha relación con los libros que escribo. Es un proyecto social que comparto con otras personas. En los libros, en cambio, veo una actitud más liviana. No veo lo que dice Juan.

J. T.: -En El curandero... hacés una crítica directa al progresismo argentino, es una picaresca muy agresiva dentro del sistema progresista anquilosado.

W. C.: -No. Es una parodia del discurso de los medios. En realidad hay un vacío, porque las cosas no son como lo dicen los medios y como la gente cree. Y hablo de todos los medios de comunicación: Internet, los diarios, la televisión... Todos son contrarios a la gente.

D. G. T.: -Se ha dicho que esta es una generación menos comprometida. Se lo dice como una acusación, no una observación. Creo que nos tocaron condiciones particulares. Pasamos varias crisis que probablemente acentuaron nuestro escepticismo, tenemos reparos antes de creer en ciertos discursos. No es como en los años setenta, cuando todavía se podía creer en un ideal fuerte. ¿En qué podemos creer?

F. A.: -A mí la política me interesa, como me interesan todas las cosas importantes del ser humano. Además el intelectual latinoamericano creció muy cerca de la política, muy condicionado por cambios sociales. En ese sentido, más que una literatura de la fantasía me interesa una literatura vinculada con la experiencia: el lugar donde lo subjetivo se cruza con lo político, el lugar donde el contexto se manifiesta en la intimidad. Me interesa esa relación y esa tensión entre los personajes y su entorno, no tanto la representación del hecho histórico en sí.



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