http://www.pagina12.com.ar/diario/ultimas/20-101876-2008-04-04.html
http://www.territoriodigital.com/nota.aspx?c=9975677852997159
http://www.primeraedicionweb.com.ar/index.php?idnoticia=3588&dgprincipal=nota&tipo=digital&idEdicion=
"J."
me recuerda, inmediatamente, lo de Ignacio Lewkowitz: "violencia, no ya disciplinaria ni de todos contra todos, sino violencia de cualquiera contra cualquiera".
Es, para mí, en lo concreto y cotidiano, la crisis del contrato social, la escuela como escenario público donde emergen los conflictos -dirimidos de manera violenta- que pululan en la sociedad, y la insuficiencia de los lazos sociales débiles. Como en estas escenas: no alcanza con múltiples espacios de pertenencia, de reconocimiento mutuo, de reciprocidad y gratitud (como dice Ricoeur). También hace falta reconstituir el valor de la vida del otro que parece insignificante, ya no sólo en Auschwitz o en los "centros de permanencia temporaria" para los inmigrantes o en los "time-out" para adolescentes descarriados en Barcelona o Suiza (creaciones cultas de la vieja Europa culta).
Los pibes maman lo que la sociedad "educadora" enseña. Entre otras cosas, la insignificancia de la vida, que no tiene otro significado que el del excremento. Y la resolución de los conflictos de manera violenta.
Además de la escuela, el Estado, los programas sociales, ¿qué hacemos frente a esto? (además de pensar y generar la crítica acerca de por qué, de golpe, los medios se hacen eco de hechos de violencia, hace 3 o 4 días, en las escuelas, que ocurren hace años cotidianamente) -me acuerdo que, hace 10 años, en varias escuelas donde íbamos con la cátedra, algunas directoras armaban un espacio, un aula, un salón o un mueble, para que los chicos, de Primaria, dejaran sus armas al entrar...
¿Cómo trabajar para reconocer y asumir los conflictos y para aprender a dirimirlos de maneras no violentas, devolviendo valor a la palabra?
cariños
j.
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