lunes, agosto 11, 2008

(...) Lo que realmente me asombra no es que todo se esté derrumbando, sino la gran cantidad de cosas que todavía siguen en pie. Se necesita un tiempo muy largo para que un mundo desaparezca, mucho más de lo que puedas llegar a imaginar. Continuamos viviendo nuestras vidas y cada uno de nosotros sigue siendo testigo de su propio y pequeño drama. Es cierto que ya no hay colegios, que la última película se exhibió hace más de cinco años, es cierto que el vino escasea tanto que sólo los ricos pueden permitirse el lujo de beberlo. Pero, ¿es eso a lo que llamamos vida?. Dejemos que todo se derrumbe y, luego, veamos qué queda. Tal vez ésta sea la cuestión más interesante de todas: saber qué ocurriría si no quedara nada y si, aun así, sobreviviéramos.

p. auster
el país de las últimas cosas.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

alguien a quien a la distancia quiero tanto decía algo así como q llevamos un mundo nuevo en nuestros corazones

obstinadamente espero entonces


salud y alegría

g.-

Cereza Martinez dijo...

una reflexion super chula