La globalización no es una época integralmente nueva sino un pasaje. La globalización no es posmoderna; es intrínseca, inherente, constitutiva de la modernidad misma. En este sentido, la globalización es un momento necesario de la modernidad. Y en la modernidad tenemos dos principios estructurales: el de mundialidad y el de territorialidad. La globalización implica una expansión no solamente económica sino también cultural, de las comunicaciones, de las técnicas. Es la modernidad analizada por Marx en El manifiesto comunista como expansión mundial del capital que produce una ruptura de todas las formas estáticas y tradicional-comunitarias. El problema es que esta pulsión mundializante coincide con la génesis del Estado-nación, estructurado a partir del concepto de soberanía. En la modernidad cohabitan conflictivamente el principio de mundialidad y el de territorialidad. Esta nostalgia del presente es propia de este momento, aunque hay antecedentes, pero no en una dimensión tan globalizada y universal como la actual.
entrevista completa.
4 comentarios:
siempre pensé la sonoridad que tenía, en América Latina, la modernidad.
Tal vez el sonido más estrepitoso de la modernidad fue la conquista, una protoglobalización. Agnes Heller hablaba ya de esa intención moderna (occidental). Y la globalización, tal vez, no tenga otro sentido que el de una tardoconquista.
Y allí, me suena clave la búsqueda de la comunidad en esta sociedad, cada vez más depredadora y productora de cuerpos in-significantes (lo que demasiado, si el cuerpo es el lugar donde se inscribe el significado).
Ví una comunidad hace un tiempo, y la experimenté casi hasta la herida. Y luego otras. Más adelante empecé a observar comunidades diversas (incluso de esas que habla Bauman: comunidades explosivas, comunidades de guardarropa, comunidades de carnaval, comunidades percha...).
Pero una en particular me hizo temblar de emoción, y todavía (a veces) me dura. Vos sabés.
ps: ¿leíste algo de Roberto Espósito? vale (mucho) la pena.
Sobre el post anterior (la carta):
No te quedes acá. No hay colores y los olores son demasiado monótonos. Me acuerdo de Willy Loman: "no se ve ni una estrella en este patio". Y si no hay estrellas, el deseo es demasiado.
Sobre tu comentario al post anterior, Jorge:
No hay lugares mejores ni peores. Todo depende de cómo nos relacionemos nosotros con ellos. Son, eso sí es cierto, lugares mejores o peores para cada uno de nosotros.
Llego a esta conclusión pensando en una vieja amiga que ha decidido migrar al corazón más miserable de la India, para dedicarse a hacer tareas humanitarias. Lo que para unos es un infierno, para otros, en cambio...
Igual, reconozco que tampoco para mí el paraíso terrenal queda cerca de (no son tan buenos como dicen tus) Buenos Aires.
jorge!! reflexivo, exquisito, gracias.
a espósito lo leemos en la adorable cátedra de cristian ferrer.
germán. no se. no se qué pienso sobre lugares (objetivamente) peores o mejores. pero me queda picando.
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